Tener una piel luminosa, radiante, tersa, descansada, hidratada, una piel sin estrés, sin estrías y sin flacidez, no es una opción en la sociedad actual, es una necesidad. No solo para aminorar el paso del tiempo y sus marcas en nuestro cuerpo, sino porque necesitamos entender la importancia; Nuestra piel refleja nuestra salud. La piel es un órgano que respira, y en ella se van acumulando toxinas metabólicas, bacterias y desechos, que deben eliminarse para que la piel no se enferme.
La piel es un reflejo de nuestro estado de ánimo, en ella, quedan plasmados, todos los sentimientos, emociones, frustraciones, alegrías y más que nada, la depresión, algo que acompaña al sobrepeso, la obesidad y la baja en la autoestima.
Una alimentación equilibrada, es de vital importancia en esta lucha. Cuando nuestra dieta alimenticia se basa en una alimentación deficiente y cargada de carbohidratos y grasas saturadas, la piel sufre daños severos, y en muchos casos, irreversible, especialmente por la ausencia en la dieta, de oligoelementos, tales como: calcio, selenio, zinc y vitaminas A, E y C.
Como recomendación: consumir 2 lts de agua al día, agregar a la dieta, verduras y frutas frescas, aumentar el consumo de alimentos ricos en fibras y depurantes como el esparrago, la piña y la cebolla. Consumir pescados o concentrados de Omega 3, consumir alimentos antioxidantes, especialmente aquellos de tintes rojizos, color característico de los tomates. Tomar infusiones drenantes y desintoxicantes, que oxigenen mejor la sangre, como el ginkgo biloba, té blanco, té rojo y té verde.
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